8 ago 2015

Hoy soy feliz y no necesito publicarlo en las redes sociales



Hoy me siento bien al mirarme al espejo, y no necesito hacerme una foto para que otros lo vean. He salido a la calle y he regalado una sonrisa a quien se cruzaba conmigo. No he necesitado publicarlo en las redes sociales para obtener un “me gusta”. Me basta con esas sonrisas
... siempre habrá alguien que le regale su segundo de atención, aunque ni siquiera conozca a todas las personas que le han dejado un “me gusta”.
 Todos nos hemos sorprendido alguna vez al comprobar de hasta qué punto llegan algunas personas en estos canales, en estos nuevos medios de comunicación.
Exponen sus vidas, sus pensamientos, sus hechos más cotidianos en las redes sociales como quien descorre la cortina de su mente y deja ver sus propios miedos, sus propias carencias.
Hemos de decir en primer lugar que las nuevas tecnologías y las redes sociales son unos instrumentos maravillosos que han enriquecido nuestras vidas. Unen personas, acortan distancias por no decir mundos, y nos ofrecen mayor accesibilidad a nuevos conocimientos.
No obstante, como siempre ocurre, cualquier objeto en manos de determinadas personas, obtiene un uso y una finalidad concreta.
¿Qué hay detrás de esas personas que necesitan publicar sus pensamientos a cada instante, o que cada pocas horas, suben un selfie ante un espejo? Hablemos hoy sobre ello.
Quiero tu atención, quiero una gratificación inmediata
Con la llegada de las redes sociales se ha abierto un nuevo escenario de interacción en el cual, no es necesario salir a la calle para hablar, para compartir, para seducir o para intercambiar información con nuestras amistades.
Ahora hay una inmediatez pavorosa. No hace falta bajar las escaleras de casa ni coger el bus. Uno puede arreglarse, dibujar su mejor sonrisa y hacerse una fotografía que al instante, publica en las redes sociales.
Y la recompensa es inmediata. A los pocos segundos aparecen decenas, centenares de “me gusta” o favoritos. Y eso, es algo fabuloso para quien necesita estímulos, reconocimiento inmediato y un refuerzo positivo que en realidad, es tan breve como fugaz.
De ahí que lo vuelva a repetir al cabo de las horas, porque obtener estos refuerzos es como una adicción. Y porque  siempre habrá alguien que le regale su segundo de atención, aunque ni siquiera conozca a todas las personas que le han dejado un “me gusta”.
Comparto carencias, vacíos y necesidades que no afronto
“Me siento solo, me han traicionado, hoy tengo un mal día, este mundo no vale la pena, cierta persona es una egoísta, nadie me entiende…”
Puede que te hayas encontrado con estos estados en multitud de ocasiones en los muros de tus redes sociales. Si son tus amigos y los aprecias, no habrás dudado en levantar el teléfono o en quedar con él/ella para saber qué ocurre, y ayudar.
No obstante, esos mensajes, esas palabras, son desahogos públicos, vacíos que en lugar de echarse al aire o asimilarlos en silencio por uno mismo, se prefiere dejarlos en ese canal visible y a ojos de todos.
Si no conoces a la persona que los ha publicado puede que al cabo de los días te preguntes cómo le habrá ido, pero en realidad, estos hilos jamás tienen resolución.
 

No hay comentarios :

Publicar un comentario