No basta con alcanzar la sabiduría. Es necesario saber utilizarla. Cicerone. |
18 jun 2015
Sin prisa...
Cuando estás dentro de la vorágine, del ciclón, de la tormenta, todo te parece un mundo: te vuelves radical, violento, insensato.
De la situación más nimia haces un mundo. Exiges respuestas inmediatas, sin ser consciente de que el tiempo da las respuestas que necesitas. Exiges, pides, acusas, expones situaciones, preguntas, alternativas que en un estado de calma, de sosiego, de paz, de meditación de conocimiento y autoconocimiento, no harías. Eres un monigote al que los demás quieren evitar porque tu compañia no es grata, no se ve en claro tu alma, tu corazón. Sólo existe el desaliento. Crees que todos son lobos y tú caperucita. Crees que los demás no te entienden, no te comprenden, que eres el único que lucha por cambiar, por hacer cosas, por vivir rápido... puedes poner tu mente a 100, a 200, a 1000... Puedes decir o hacer cosas que en otros momentos no harías. Pero no eres consciente. Lo sabrás después, cuando los demás ya se dieron cuenta hace mucho. Buscas quemar tu tiempo, que arda todo... y arderá. ¿Estás dispuesto a pagar el precio? ¿Dónde queda el sentido común, la lógica, la pasión, el conocimiento? ¿Crees que por ir más rápido, por exigir, por acusar, por pedir, todo será como tu quieres? La pasión es mucho más que el deseo loco, es amar lo que se hace, lo que se quiere... y dentro de un ciclón, uno no sólo desea ser escuchado, o ser entendido... y lo que algunos llaman pasión, no es más que locura. Dentro de un ciclón todo se quiere para ya. Para ayer. Puedes seguir quemándote, culpando a los demás "que no te entienden", "que quieres ser el Príncipe o la Princesa del cuento", "que estás harto de tu vida", "que todo te toca a tí", "que mereces una vida mejor" (comparándola a cualquier vida lleno de oropeles, lujo, dinero, viajes... a todo lo que no has tenido hasta ahora). Sigue así, y tendrás respuestas. Encuentra la calma, tu lugar en el mundo, acepta tus raíces, entiende tus principios... Pero cuando la claridad de ideas, de sentimientos, de deseos, de sueños, se instala en tu vida, no tienes prisa. Prefiero mantener mis valores (que evolucionan al mismo tiempo que yo aprendo, corrijo y modifico ideas, conductas, sentimientos que quedan obsoletos). Porque el precio, al final, es algo que muchos tienen. Pero no todo el mundo tiene valores.
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